– Para retratar naturalidad en el filme, la actriz Martha Reyes Arias convivió durante días con los dos niños que interpretarían a sus hijos y el director contrató gente de la zona donde rodaron
¿Cómo ser mamá de dos niños pequeños en cine? Una opción es recibirlos en casa, convivir con ellos por varios días y así, generar la empatía que permita verlo reflejado en pantalla.
De esa forma trabajaron la actriz Martha Reyes Arias con los hermanos Max y Leo Nájar, de entonces nueve y seis años de edad, para filmar Los lobos, película que estrena hoy en cines.
La cinta cuenta la historia de una madre, que buscando una mejor vida, viaja con los infantes a EU, a quienes convence de ir bajo la promesa de que visitarán Disneylandia.
“Está el estigma de que es difícil trabajar con niños, pero no, al final, actuar es jugar y ellos son así. La dinámica (previa al rodaje) fue que se fueran a vivir conmigo, sus papás apoyaron la idea y me los mandaron con mochilitas y ropa, ya luego me acompañaban al trabajo, al súper, cocinábamos juntos y claro, había peleas por la comida, de que ellos debían comerse sus verduras”, cuenta divertida la actriz.
El trabajo funcionó. La cinta ha sido premiada en festivales de casi 20 países como en los de Berlín, La Habana, Frankfurt, Miami, Grecia, Calgary y Brasil.
«De ahí (la zona donde filmaron) salieron varios actores y además me permitió la reescritura, fue una exploración del barrio”; Samuel Kishi, director.
Es dirigida por Samuel Kishi Leopo (Somos Mari Pepa), quien comenzó a escribir el guión como una carta de amor a su madre y hermano. Ella los dejaba solos mientras se iba a trabajar y dejaba una grabadora con su voz para que la escucharan cuando quisieran, anécdota que se sumó al largometraje.
“Todo comenzó cuando en una libretita escribí, ‘me acuerdo que…’ y tenía ganas de hacer algo sobre el momento que vivíamos, de la migración”, rememora.
La actriz eligió, junto con la productora Inna Payán, rodar en Alburqueque, EU. El equipo halló un edificio en donde podían rentar tres departamentos y, si era necesario, filmar en alguno de ellos si la escena lo requería.
“Dije que esto iba a ser súpercomunitario, de pronto llegaba gente de la comunidad a comer con nosotros, echarse un café y platicar. De ahí (la zona) salieron varios actores y además me permitió la reescritura, fue una exploración del barrio y la integración del mismo”, detalla Kishi.
Para Los lobos, Max y Leo tenían que dibujar esos animales y mostrarlos en la película, así que practicaron mucho y, cuando se rodaba la escena, comenzaban de cero. Los dibujos fueron animados para tener cierto movimiento.
“Samuel nos dijo que quería lobos y le dijimos que sí, pero en modo , entonces les pusimos cintas, así lo hicimos”, recuerda Max.
Los hermanitos quieren seguir haciendo cine.