«Yo era torpe, lento y no muy brillante», dice entre risas el actor.
En su celular, Anthony Hopkins guarda una fotografía de cuando tenía cuatro años y era un niño que no hablaba, siendo el precedente para que en escuela tanto profesores como compañeros se burlaran de él.
Un día, sus padres, uno de ellos panadero, recibieron una carta de los maestros en la que calificaban al pequeño como alguien con un nivel bajo en relación con los demás.
«En la escuela no podía entender nada, no podía aprender nada, pensaba que quizá hubiera algo malo en mi», recordó esta mañana en el marco del evento México Siglo XXI, organizado por la Fundación Telmex.
Ese día, tras la carta, se volteó a su padre y le aseguró que demostraría su capacidad.
«Eso espero», recibió como respuesta.
Algo ocurrió en su interior, recordó Hopkins, y entonces comenzaron a caer cosas buenas: a los cuatro meses obtuvo una beca para una escuela de actuación, luego de hacer una audición que aún no sabe cómo la hizo.
«Yo era torpe, lento y no muy brillante», dice entre risas.
Una década después, el galés ya formaba parte de la compañía del teatro nacional y había sido contratado para El león en invierno, actuando al lado de la leyenda fílmica y uno de quienes lo habían inspirado para seguir en el set, Peter O’Toole.
«No sé por qué me convertí en actor, no sé qué hago aquí, sólo sé que hay un poder en ti que ni siquiera se comienza a comprender a esta edad», comenta el histrión de 83 años.
Como todo joven exitoso perdió piso: «Te crees la gran cosa», recordó. Así que el alcohol fue parte de su vida hasta que, a mediados de los 70’s, una mujer le ayudó diciéndole que disfrutara la vida y que todas las personas son insignificantes. Eso le quitó una carga y lo hizo libre.
«Mirando hacia el pasado, analizando mi mal comportamiento, veo que lastimé a mucha gente, pero hice enmiendas. A algunos les he escrito a lo largo de los años, algunos de ellos están muertos ahora, pero miro hacia atrás y aunque no estoy orgulloso, así fue», dijo con parsimonia.
«Religioso no soy, pero si espiritual. No sé lo que es el misterio de la vida, no sé de dónde vengo. Todo el universo es un misterio, la galaxia está en mis perros y gatos. Lo llamo mi consciencia superior y eso me ha sostenido desde ese día, hace 45 años», reflexionó.
Caballero de la Orden del Imperio Británico, ganador de dos premios Oscar a Mejor Actor por «El silencio de los inocentes» y «El padre», Hopkins cuenta con una filmografía superior a los 140 trabajos para la pantalla grande.
Junto con la interpretación, que ahora disfruta, pasa el tiempo al piano y pintando. A veces escribe cosas para sí mismo que no piensa publicar, pero no descarta crear un libro.
Lamenta no haber sido mejor en los deportes o para los idiomas, en especial el español, porque su esposa es colombiana, pero también reconoce que no puede poner atención a algo académico por más de tres días, pues de inmediato quiere regresar a su vida normal.
No le da miedo hablar de la vejez, siendo un proceso natural del humano. Pero opta por seguir reflexionando sobre la vida y se mantiene ocupado ahora con dos películas en ciernes.
Pero cuando el miedo o la ansiedad llegan a él, prende su teléfono y se observa a si mismo a los cuatro años, viendo a la arena.
«Guardo esa fotografía y la miro. Le digo que lo hicimos bien a ese pequeño niño asustado y que sobrevivimos».