La cantante se llevó los premios de mejor álbum, mejor canción y mejor artista en la ceremonia que reconoce a lo más destacado de la música británica.
Los Brit son un cajón de sastre. Caben las canciones de Ed Sheeran, el rap de Little Simz, el toque alternativo de Sam Fender y Wolf Alice y el rock casi olvidado de Liam Gallagher. También una chica Disney como Olivia Rodrigo. Todo, para terminar con la coronación de Adele, que volvió al lugar que le catapultó a la fama y sumó tres Brit, incluyendo el de mejor álbum, mejor canción y mejor artista.
La cantante de Londres es ya la segunda artista con más Brit en la historia, con doce galardones en su haber, por encima de Coldplay, que tiene nueve, pero lejos de los 18 de Robbie Williams, que conquistó trece en solitario y cinco más cuando formaba parte de Take That.
La presencia de Adele era el gran reclamo de la noche. Por su historia en los premios -se formó en la Brit School de Londres-, por su favoritismo, por su elegancia y magnetismo y porque su voz es uno de los tesoros británicos. Desde el momento que salió al escenario, se sentó y comenzó a cantar «I Drink Wine», no había dudas de quién ganaría.
Fue galardonada primero con la canción del año, por «Easy On Me», agraciada después como mejor artista del año, y coronada más tarde con el premio a mejor álbum, la gran categoría de la noche.
«Siempre me gusta volver a casa. Los Brit son una parte muy importante de mi vida. Estoy muy orgullosa de ser una artista y de ser una mujer», dijo Adele en su discurso, dedicándole el premio a su hijo.
Adele fue la cúspide de la velada, celebrada en el O2 de Londres ante unas 4.000 personas, lejos aún de las 15.000 que se citaban en el pabellón antes de la pandemia.
La gala estuvo conducida por el cómico Mo Gilligan, que tomó el testigo de Jack Whitehall, un clásico de las últimas ediciones. Más calmado y menos sarcástico que Whitehall, Gilligan sí tuvo brillo para, en una noche muy poco política, lanzar alguna pulla al Gobierno.
«Si Boris Johnson quiere venirse, está invitado. He escuchado que le gustan las fiestas», bromeó Gilligan, antes de que se sucediese la catársis de música y estilos que son los Brit.
Ed Sheeran, que ganó su séptimo Brit, como mejor compositor del año, lo que le empata con Arctic Monkeys, U2 y One Direcion, abrió la ceremonia junto a Bring Me the Horizon, tocando su archiconocido «Bad Habit, mientras que Little Simz, la rapera del momento en Reino Unido, encendió a las masas al hacerse con el Brit a mejor artista emergente.
«Mira lo que has logrado», le dijo «Simbi», como también se la conoce, a su madre, la cual le acompañó al escenario a recoger el premio y era una mezcla de nervios y emoción. «Si trabajas duro, no importa tu raza, de dónde vengas, puedes lograr algo grande», apuntó.
Su actuación fue una de las más celebradas de la noche, casi tanto como la de Sam Fender, el icono de Newcastle que ganó en la categoría de mejor álbum de rock alternativo. De las pocas menciones a este género, junto al show de Liam Gallagher, que apareció con su habitual parca de la época de Oasis para tocar «Everything’s Electric», single de su tercer álbum en solitario «C’mon You Know».
Figuras como la actriz Courteney Cox, el piloto de F1 Lando Norris, Ronnie Wood, de los Rolling Stones, el productor David Guetta, el exfutbolista del Arsenal Ian Wright, el medallista olímpico Mo Farah y el actor Idris Elba desfilaron por el escenario del O2 entregando premios para dar más color a la noche.
No pudo faltar Dua Lipa, que se llevó el mejor álbum de pop y R&B, pero no pudo estar en Londres por tener un concierto mañana en Miami, mientras que la chica Disney Olivia Rodrigo ganó el de mejor canción internacional, y Billie Elilish, que será cabeza de cartel en el festival de Glastonbury, el de mejor artista internacional.
Dave se apuntó el Brit a mejor artista de rap y Hip Hop y el de mejor grupo internacional recayó en el dúo de Bruno Mars y Paak, Silk Sonic.
Con «The Joker and the Queen», de Ed Sheeran, e «In the Fire», de Dave, los Brit echaron el cierre a una de sus ediciones más variadas, recordando una vez más que las aristas de las música británica no tienen fin.