– El director mexicano, cuya cinta “Pinocho” está nominada al Oscar a Mejor película animada, considera que los filmes con los que compite apuestan, más allá de lo bello, por nuevas narrativas fílmicas.
Los Ángeles.- Para Guillermo del Toro, nominado al Oscar de Mejor película animada por “Pinocho” (2022), el año que premiará la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas este domingo 12 de marzo es excepcional en el arte de la animación, género que define, no debe ser concebido sólo para niños.
“Lo que amo de las cinco películas que están nominadas es que ninguna apuesta por la imagen bella que sólo atrapa al ojo, sino por las imágenes cargadas de proteína. Todas estas cintas corrieron muchos riesgos y en sus narrativas empujaron el vocabulario de cómo se cuenta una historia animada. También estas películas retan al espectador desde el inicio diciéndoles: ‘no somos lo que tu crees que somos’”, dijo el cineasta mexicano a la audiencia del Museo de la Academia del Oscar la tarde del miércoles, conformada por miembros de la Academia, prensa y aficionados al también llamado séptimo arte.
Sentado al lado de su escritor Patrick McHale y su codirector, Mark Gustafson; Del Toro, vestido en su acostumbrado traje color negro, respondió a las preguntas del moderador Marlon West -jefe de efectos visuales de cintas animadas de Disney como “El rey león” y “Mulán”-. El tapatío estuvo acompañado de los realizadores de las también producciones animadas nominadas al Oscar “Marcel the shell with shoes on”, “El gato con botas: el último deseo”, “Monstruo del mar” y “Turning Red”.
El mexicano ofreció una plática en el Museo de la Academia del Oscar Foto: Academy Museum of Motion Pictures
“Lo mejor que hay que hacer cuando trabajas con un animador es dejarle de decir técnico para darle su lugar como intérprete. En todo momento pedí que se anunciaran los nombres de los animadores antes que los actores que les daban su voz. Así motivamos siempre a que nuestros artistas innovaran, incluso que experimentaran e hicieran cosas inesperadas aun cuando cambiaban alguna indicación previa nuestra como directores”, explicó el realizador sobre el ambiente de libertad que propició con sus animadores, como con los mexicanos que trabajaron secuencias en El Taller del Chucho, ubicado en Guadalajara.
Vendedor ambulante de ideas
Del Toro aprovechó la ocasión para compartir su sentir detrás de las películas que filma, detalló que de los 30 guiones que tiene escritos, sólo 13 se han podido llevar a la pantalla y que se considera como un vendedor ambulante con su maleta: según la persona que se tope le vende la historia que cree le podría interesar producir.
“Cada vez que hago un proyecto es porque la idea es irresistible y también suicida. Nunca he podido iniciar algo pensando en una película normal. Aún trabajando en la arena más comercial, siempre termino eligiendo la que nadie quiere hacer.
“Todo esto es porque no quiero hacer películas que ya se han hecho antes. No quiero hacer películas que suenen razonables. No quiero ser atractivo para cierto sector de la audiencia. Para mí, no tengo una filmografía, sino una biografía. Todas mis películas han sido proyectos por los que yo he estado dispuesto a morir”, dijo el también doble ganador del Oscar por “La forma del agua”.
El hecho de que su “Pinocho” esté arrasando en la temporada de premios, incluyendo los Globos de Oro y por el Sindicato de Animadores, además de encabezar la lista de popularidad de la plataforma Netflix, es la respuesta a lo que peleó Del Toro durante los 10 años que quiso hacer su propia versión del cuento de Carlo Collodi.
“El obstáculo es el camino. Las cosas que hicieron de nuestro Pinocho lo bello que es son exactamente las razones por las que lo estaban rechazando producir, porque el personaje trata sobre el tema de la desobediencia, con su deseo de no cambiar para ser amado. También en la historia todo mundo muere y sucede durante el advenimiento de (Benito) Mussolini”, concluyó del Toro con una sonrisa traviesa.