El actor también aceptó que mantuvo relaciones con varias de sus estudiantes de cine; «estuvo mal», dijo.
El actor James Franco admitió por primera vez que mantuvo relaciones sexuales con estudiantes de sus cursos de interpretación y confesó que está recibiendo tratamiento porque es adicto al sexo.
«Supongo que entonces pensaba que si era consentido estaba bien», dijo.
La demanda fue presentada inicialmente en 2019 por Sarah Tither-Kaplan y Toni Gaal, quienes se apuntaron a sus clases en 2014 y aseguraron que Franco impartía lecciones sobre escenas sexuales que consistían en «simulaciones de actos sexuales que iban mucho más allá de los estándares de la industria».
A la denuncia se sumaron más alumnos de sus cursos que, como ejemplo, indicaron que Franco ideó el presunto rodaje de una orgía en la que quitó las protecciones de plástico que cubrían las vaginas de las mujeres antes de simular sexo oral.
Además, el actor grababa a algunas mujeres en sus ensayos y se acercaba a las jóvenes prometiendo trabajos en proyectos de Hollywood que nunca se materializaban.
Este verano, Franco firmó un acuerdo con las víctimas por el que pagó 2,3 millones de dólares a repartir entre los afectados.
Asimismo, el actor también dijo que había acudido a terapia para tratar su adicción al sexo, un problema con el que asegura que tapó su alcoholismo.
«La atención de las mujeres, el éxito entre las mujeres, también se convirtió en una fuente de validación importante para mí. El problema era que, como con toda droga, nunca es suficiente», explicó.
La controversia en torno a Franco comenzó en los Globos de Oro de 2018, donde se llevó el premio al mejor actor de una comedia por «The Disaster Artist» (2017) y en cuya alfombra roja desfiló con un pin de «Time’s Up».
Durante la ceremonia, varias actrices cargaron en las redes sociales contra la supuesta hipocresía de Franco por llevar una de esas insignias, ya que aseguraron que fue responsable de episodios de abuso sexual en el pasado.
Aquellos Globos de Oro fueron los primeros premios que se celebraron tras el impulso feminista contra las agresiones sexuales del movimiento #MeToo y prácticamente todos los asistentes vistieron de negro para mostrar su repulsa al machismo.