Sobre su actuación en «Hijo de monarcas», Tenoch Huerta admite que en su vida camina entre esos dos polos: lo animal y lo racional, lo científico y lo sobrenatural
Con una atrevida metamorfosis vital y espiritual ha aterrizado en el Festival de Sundance Tenoch Huerta, uno de los actores mexicanos más relevantes de su generación y que ahora protagoniza la cinta «Hijo de monarcas» en la que cine y biología bailan de la mano.
«Siempre he sostenido que ciencia y arte son prácticamente lo mismo: es imaginar mundos que no existen y hacerlos reales, hacerlos posibles», defendió en una entrevista.
«Hacer ciencia es una gigantesca metáfora: tomas un elemento, lo juntas con otro que aparentemente es inconexo y, a la hora de juntarlos, haces un tercer significado (…). Ningún animal hace ciencia y ningún animal hace arte: es lo único que nos diferencia de los animales», argumentó.
Las emblemáticas mariposas monarca son el eje vertebrador de esta película del francovenezolano Alexis Gambis, que es cineasta y también científico, en la que Huerta da vida a un biólogo mexicano llamado Mendel que vive en Nueva York pero que tiene muchas cuentas pendientes en su tierra natal.
Conocido por series como «Narcos: México» y películas como «Días de gracia» (2011) o «Güeros» (2014), Huerta está acompañado en el elenco de «Hijo de monarcas» por Noé Hernández, Alexia Rasmussen y Paulina Gaitán.
Instinto animal
«Creo que muchas veces, cuando hago una película, un animal es como mi manera de conectar muchas temáticas», indicó Gambis.
«La mariposa era interesante porque hay ese aspecto de la migración: de Canadá a través de Estados Unidos hasta México. Es un símbolo para los inmigrantes por la idea de que la mariposa migra, no tiene fronteras, puede volar encima de un muro… Es como la parte invencible de la monarca», enumeró.
En paralelo a sus investigaciones sobre las mariposas, el personaje de Mendel comienza poco a poco una transformación existencial y en la que la película toca temas como la muerte, el rencor, el olvido y la familia.
«A Mendel lo encontramos en una crisálida, en un capullo, un poco paralizado», reflexionó Huerta.
«Ya dejando de lado lo poético, yo pensaba que era un depresivo funcional. Funciona muy bien: trabaja, interactúa con la gente, se puede mantener a sí mismo… Pero está deprimido, está flotando. Todavía está en ese proceso de licuarse antes de construir otra cosa. Y cuando se atreve a arrojarse a la vida, a sus propios demonios, a su locura, a perder la razón sin miedo (…) justo es cuando se logra encontrar», señaló.
Ritual de laboratorio
Rodada en Nueva York y en Michoacán (México), «Hijo de monarcas» se ha presentado en Sundance, la cita más importante del cine independiente en todo el mundo, dentro de la sección no competitiva NEXT destinada a las cintas más innovadoras.
Además, el recorrido de esta película ha comenzado de maravilla puesto que Sundance ya ha anunciado que será este año la ganadora del premio Alfred P. Sloan, que reconoce películas que tratan sobre ciencia o tecnología.
Las investigaciones científicas de Mendel son una parte fundamental de su narración, pero «Hijo de monarcas» también presta mucha atención a la espiritualidad de su personaje, a sus rituales más allá de la lógica, a sus inclinaciones religiosas lejos de cualquier teoría demostrable.
«La ciencia y la espiritualidad deberían estar mucho más conectadas», opinó Gambis.
«La gente piensa que la ciencia es algo muy objetivo y desconectado del ritual, pero es un mundo muy filosófico donde uno piensa mucho de los cuestionamientos de la vida y sobre uno mismo. En mi experiencia como biólogo cuando estaba en el laboratorio, como el personaje de Tenoch, yo estaba en ese refugio y tenía como apariciones de mi vida, de mi abuela que se murió en esa época…», recordó.
En este sentido, Huerta explicó que tanto en la vida como en la interpretación gravita precisamente entre esos dos polos: lo animal y lo racional, lo científico y lo sobrenatural.
«Si no, no podría ser actor. Conozco actores que son demasiado racionales y pues, la neta, a mí no me gusta mucho cómo trabajan. Conozco actores que se lanzan como animales y me parece maravilloso. Es el tipo de actuación que me gusta, me conmueve, me lleva y me conecta», aseguró.
El mejor ejemplo de eso lo tuvo Huerta en uno de sus compañeros de reparto, Noé Hernández, de quien destacó su «asombrosa generosidad», del que dijo que aprende «en todas y cada una de las veces» que comparte escena con él, y de quien subrayó que es un actor «que piensa muy bien la escena, la construye muy bien» y luego «se suelta con todo».
«Yo considero que Noé Hernández es el mejor actor mexicano vivo», concluyó.