En la película El rey de la fiesta, el director Salomón Azkenazi reflexiona sobre el hartazgo y la insatisfacción personal, lo que provoca desear la vida de alguien más
Al escuchar que una película tiene como título El rey de la fiesta es fácil asumir que se trata de una comedia “palomera” o una chick flick, sin embargo, al ver el trabajo de Salomón Askenazi tras la cámara, se puede notar que el nombre es sólo pretexto para hablar sobre la inconformidad humana y el hastío que en ocasiones puede provocar “hacer lo que se debe hacer”.
“Este nombre te remite a algo más superficial quizá, lo hicimos con la finalidad de hacer el filme más atractivo, pero cuando te sumerges en la historia te das cuenta de que tiene todo que ver, se aleja de los convencionalismos actuales del cine nacional y eso puede ser un arma de doble filo, creemos que es un buen ejercicio de introspección”, comentó Askenazi.
El filme, que estrena este jueves a través de Cinepolis Distribución, narra la vida de Héctor (Giancarlo Ruiz), arquitecto empeñoso y atormentado, quien padece de las extravagancias de su hermano Rafa, quien se dedica al comercio del arte, a la fiesta y al desvergonzado performance de su personalidad.
Un accidente le permite a Héctor experimentar la vida de Rafa. Desde ahí reflexionará sobre la existencia.
“Siempre está la idea de querer estar en los zapatos de otro y esta película plantea eso, pero desde una visión menos idealista o romántica, ya que querer vivir otra vida que no es la nuestra habla de muchas cosas, sobre todo el hartazgo o insatisfacción de nuestra propia realidad, sin pensar que quizá también cargan sus propios demonios y conflictos internos”, comentó Ruiz.
El director detalló que la película se terminó de filmar en septiembre de 2019, antes de que la pandemia llegara.
“Había nacido mi segundo hijo, empezaba a sentir este conflicto de que ahora somos familia y tengo que cuidarla; también tengo mi carrera: es un poquito esto, hablar del tema de hacia dónde va tu vida y cómo va cambiando”, dijo.
En la ficción Giancarlo Ruiz da vida a los dos personajes que son hermanos gemelos. Considera que el trabajo no fue sencillo porque ambos son distintos y eso se tenía que notar en cada escena.
“El director me dejó explotar con la creación y el tratamiento que le di a los personajes. Diseñé una fórmula para definir en 10 pasos la transformación de los dos personajes y según la escena que tocaba decidía”.