– En «A place to call home» la actriz aborda el empoderamiento femenino y la homofobia
En la última década, la televisión se ha inundado de dramas de época situados entre las dos guerras mundiales; Downton Abbey, Velvet, Upstairs downstairs y Las chicas del cable son algunos de ellos.
En este marco, llega a México A place to call home, un drama australiano que busca demostrar que las mujeres, aunque en una minoría, siempre han tenido un papel importante en los sucesos históricos alrededor del mundo.
La ficción, que estrena esta semana a través de la señal de Acorn Tv, tiene lugar después de la Segunda Guerra Mundial y sigue la historia de Sarah Adams, una mujer que después de estar 20 años viviendo en Europa regresa a Australia en un barco que la llevará a su hogar a la par que trabaja como enfermera.
“Me gustó que es un personaje con misterio, fuerza y resistencia, el hecho de que no estaba realmente interesada en ser un modelo a seguir, la vida la llevó a eso. Ahí fue cuando encontré un reto desafiante: ¿cómo sostienes a alguien que no se ve como una persona con fuerza?, ¿realmente quiere lo que cree que quiere? Su mundo cambia cuando decide regresar a lo que consideraba era su hogar”, señaló la actriz Marta Dusseldorp, quien da vida a Sarah Adams.
Cuando regresa a su casa, el personaje de Dusseldorp conoce a la familia Bligh y ahí se da cuenta que su madre todavía no la acepta por haberse convertido al judaísmo. Al verse sola, Sarah acepta la oferta que George Bligh le había hecho para trabajar en un hospital. Esto no le gusta a la madre de George, Elizabeth Bligh, por el pasado misterioso de Sarah.
“A través de mi personaje se ve cómo la gente juzga, señala y de alguna manera es racista con otros, ni siquiera necesariamente por una etnia, sino por una manera de pensar. El programa intenta recalibrar a las personas para que se apeguen a él y encuentren un nivel de aceptación que llegara a una comprensión amable, en lugar de etiquetar”, dijo.
Marta indicó que la serie que ella protagoniza es distinta al darle voz a todas las minorías, pues no sólo se encarga de empoderar a la mujer, sino a aquellas voces que no tenían cabida en la sociedad de esa década.
“Se profundiza en la homofobia y aún más en esta matriarca, Elizabeth, en cómo está aprendiendo a conocer al nuevo mundo. Los personajes femeninos poco a poco se vuelven independientes y buscan entrar en sitios creados para hombres”, explicó.