Viva la farandula

Tras 21 años y 9 infartos, motivaciones le sobran a César Bono para seguir como cavernícola

La obra «Defendiendo al cavernícola» regresó al teatro después de la pandemia; su protagonista cuenta cómo encuentra inspiración en el público

César Bono sale al escenario ayudado por un bastón prehistórico y la gente le aplaude. Él agradece con la mirada y sigue caminando lentamente, pero ya en personaje.

En su cabeza trae las palabras que por más de 20 años ha repetido por varias noches teatrales. César volverá a ser este hombre moderno que de alguna manera se convertirá en uno de las cavernas.

Pero la noche de ayer fue distinta. Ha sufrido nueve infartos y eso le han limitado el movimiento del lado izquierdo de su cuerpo. Pero no le importa. Más cuando encuentra entre el público algo que le da energía, en esta ocasión, un niño.

Gael y su familia viajaron a la Ciudad de México sólo para verlo a él. Y ahí, entre las butacas, se escuchaba su risa en varios momentos.

«Lo veía mucho y veía sus reacciones, luego le ganaba un poquito de cansancio y yo debía recuperarlo con algo que sabía iba a tenerlo», recuerda Bono.

«Cuando uno está solito aquí (el escenario), te tienes que agarrar de gente de allá para que te ayuden a meter a los demás aquí;  convenzo a cuatro o cinco y ya con eso voy por los 80 que me faltan», dice.

«Defendiendo al cavernícola» le llegó al actor de «Vecinos» en el 2000. Antes de leer el monólogo dijo que si aceptaba porque lo produciría Morris Gilbert, con quien deseaba trabajar. Ninguno de los dos sabía entonces que la mancuerna permanecería por ahora durante 21 años.

Bono y la obra fueron los responsable de reabrir actividades escénicas en el Teatro Ignacio López Tarso, del Centro Cultural San Ángel, al sur de la Ciudad de México, con el aforo máximo permitido del 50%.

«Es un regreso lleno de sentimientos, pero más que decir de regresos y reestrenos, hay algo importante en esta obra que no tiene que ver con idas y venidas de César Bono, sino que lo importante es el libreto de un señor que vive en Nueva York (Rob Becker), quien lo escribió», expresa al término de la función.

«Cuando se anunció que yo haría la obra (hace 20 años) muchos actores se le fueron encima a Morris, la gente creía que yo sólo de «Alegrías de mediodía» (programa de tv) y el que anunciaba (un medicamento contra la gripa), pero yo ya había hecho obras y llevado premios», narra.

Un sillón cavernícola es refugio en varias ocasiones para Bono, pues descansa durante la obra, pero eso no le impide echarse al público al bolsillo.

«A ver si no me rompo la ma…» dice en algún momento cuando se levanta del mueble de «piedra» sin su bastón, para caminar sobre el escenario.

«Dios es el que me ha permitido hacer un monólogo con bastón, mantener hijos y con nueve infartos. El que me tiene aquí parado es Dios», apunta como reflexión ya ante la prensa reunida.
O quizá, como dijo una voz anónima, la fuerza cavernícola que todo hombre tendría sin darse cuenta.