En un adelanto de sus memorias, tituladas Will, el actor narró que en algún momento pensó en vengarse por la violencia que sufrió su mamá a manos de su padre
Will Smith se abrió por completo en su primer libro y narró la difícil infancia que vivió en una casa en la que había golpes.
Detrás de la estrella que ahora es, la gente no podría imaginar que hay un pequeño asustado que lo llevó a considerar incluso la posibilidad de matar a su padre, William Carroll Smith, para vengarse por golpes que éste le daba a su mamá, Caroline Bright.
«Mi padre era violento, pero también estuvo en cada obra de teatro y recital que daba. Era alcohólico, pero estaba sobrio en los estrenos de cada una de mis películas.
Escuchó cada disco. Visitó todos los estudios (de grabación). Él mismo perfeccionismo intenso que aterrorizó a su familia fue por el que consiguió poner comida sobre la mesa todas las noches de mi vida.
«Cuando tenía nueve años, vi a mi padre golpear a mi madre en la cabeza con tanta fuerza que se derrumbó. La vi escupir sangre. Ese momento en esa habitación, probablemente más que cualquier otro momento de mi vida, ha definido quién soy”, se lee en un estremecedor extracto que People publicó del libro Will, que se lanzará al mercado de EU el próximo 9 de noviembre.
Desde ese momento la vida del actor quedó marcada, pues sintió que hizo lo suficiente para ayudar a su madre ese día.
«Cuando era niño, siempre me dije a mí mismo que algún día vengaría a mi madre. Que cuando fuera lo suficientemente mayor, cuando fuera lo suficientemente fuerte, cuando ya no fuera un cobarde, le mataría.
«En todo lo que he hecho desde entonces, los premios y los elogios, los focos y la atención, los personajes y las risas, ha habido una sutil cadena de disculpas hacia mi madre por no haber actuado ese día. Por fallarle en ese momento. Por no hacer frente a mi padre. Por ser un cobarde».
Fue en 2016, cuando su padre fue diagnosticado con cáncer, que Will tuvo que cuidarlo, ayudarlo en sus últimas semanas, y ese pensamiento regresó.
«Me detuve en la parte superior de las escaleras. Pensé que podría empujarlo y quitármelo de encima fácilmente. Mientras las décadas de dolor, ira y resentimiento iban desapareciendo, negué con la cabeza y procedí a llevarlo al baño», describe en su degarrador relato.