– Junto a su banda, Alex Lora soltó irreverencias, rock puro y hasta mariachi en una noche que celebró 56 años de historia musical en el Estadio GNP
El ritual inició como tenía que ser: con danzantes que abrieron la pista entre incienso y, de fondo en las pantallas, una imagen de Quetzalcóatl, mezclando historia, mística y el desmadre característico de El Tri, transmitiendo la esencia rockera que pintaba legendaria.
Afuera del Estadio GNP, la fiesta ya había arrancado desde horas antes. Motocicletas rugiendo por las avenidas, chamarras llenas de parches y cervezas que se destapaban desde el metro, donde ya sonaban las rolas de Lora en bocinas improvisadas. Adentro, la marea negra esperaba ansiosa, lanzando mentadas al aire, pidiendo a gritos que la banda saliera.
Cuando el rugido del jaguar retumbó, la espera terminó. Alex Lora salió con su clásico grito: “¡Viva México, cabrones, y que viva el rock’n roll!”, desatando la locura con “La raza más chida”.
En segundos, el público brincó al ritmo de la guitarra. “¿Estamos siendo felices?”, preguntó Lora, celebrando 56 años de rock puro.
“Un saludo de parte de El Tri a toda la raza. Sería una pendejada que no cantamos aquella que dice: ‘mexicanos al grito de guerra’”, añadió, sosteniendo la bandera de México en una versión muy suya del Himno Nacional.
Lo hizo acompañado de danzantes armados con ayacachtli, las sonajas prehispánicas que evocan el latido de las culturas originarias.
“¡Cántenla con huevos!”, exigió antes de soltar su grito de batalla, que puso a todos en el mismo tono al inicio del concierto: “¡Chinguen a su madre los políticos rateros!”
La multitud respondió mientras Lora, fiel a su estilo, rendía homenaje a la Virgen de Guadalupe, marcando el inicio de una noche que sólo El Tri sabe regalar: cruda, rebelde y llena de rock.
Como si fuera su primer tocada, Alex Lora brincaba como loco, sonriendo y lanzando su clásica pregunta a sus fanáticos: “¿Todos están siendo felices?”
Con su chaqueta de cuero roja y lentes oscuros, silbaba entre rolas como “Ya no le metas”. Luego, animó a todos: “¡Gracias a toda la banda por 56 años de rock’n roll, que se oigan esas pinches palmas!”
Mentadas de cariño
Lora no paró. Bailaba con su armónica, se quitaba los lentes para mirar a la raza y agradecía a la banda de Perú, Estados Unidos, Argentina y, claro, a la chilanga, antes de “Chilango incomprendido”.
Si el público se apagaba, Lora lo provocaba con un: “¡Que se oiga con huevos!” Y hasta soltaba un “¡Estadio GNP mis huevos!” cuando titubeó al nombrarlo (suele llamarlo Foro Sol, su antiguo nombre).
Con “Mente rockera”, puso a competir a ambos extremos del estadio: “Estos gritan más cabrón”, dijo señalando al lado derecho; mientras el izquierdo respondió con más fuerza.
“Ya los hicieron encabronar a estos”, bromeó, hasta resignarse: “Bueno, saben qué, si quieren gritar, griten, si no, ¡me vale verga! Nos están viendo en todo el mundo en las redes sociales, y la gente va pensar que la banda chilanga no tiene huevos”, continuó provocando Lora, probablemente uno de los pocos que juega a insultarse con su público… “Bueno, ¿los de allá arriba son pendejos?”
Luego de una serie de temas como “Ratero” y “Perro negro”, Lora dedicó un momento exclusivo para todas las mujeres: “Un aplauso para ellas de parte de toda la bola de cabrones; los que no aplauden es porque no les gustan las mujeres, y los que no la cantan, pues además es porque no se la saben”.
Lora encendió aún más al público al dedicar “Por qué no te mueres Trump”, provocando gritos y chiflidos entre la raza. Fiel a su irreverencia, no perdió oportunidad de lanzar su crítica mordaz.
La noche también tuvo sorpresas. Cuando el mariachi entró para acompañar a El Tri en “Triste canción”, el lugar se transformó. Lora, ya cambiado de vestuario, regresó en un elevador para interpretar un popurrí ranchero que incluyó “El rey”. Con el público entregado, continúo con sus grandes éxitos “ADO” y “Las piedras rodantes”, demostrando que el rock vive.