El cineasta Wes Anderson y el músico Jarvis Cocker abordan la cultura juvenil francesa de los 60 a través de la recreación de varios de sus temas
La amistad entre el cineasta Wes Anderson y el músico Jarvis Cocker se remonta hasta hace alrededor de 20 años, tiempo en el que han colaborado en filmes como El fantástico Sr. Zorro.
Ahora volvieron a hacerlo para la cinta La crónica francesa, que se estrena este fin de semana, y para la que además del compositor Alexander Desplant, Jarvis forma parte de la banda sonora reversionando el tema “Aline” bajo el nombre de un músico ficticio llamado Tip-Top.
“Es una de las canciones francesas preferidas de Wes. Como una suerte de spin off imaginario de esta película, de la estrella de pop Tip-Top, creamos un álbum de canciones de su carrera musical que, en rigor, a mí me dio la oportunidad de tocar todas estas canciones francesas que había estado escuchando durante tanto tiempo”, explica Crocker.
La película, que protagonizan Frances McDormand, Tilda Swinton, Benicio del Toro y Timothée Chalamet, entre otros, es una carta de amor a los periodistas. Para el cineasta, que tiene en su currículum títulos como Isla de perros y El gran hotel Budapest, también hay otras líneas, como por ejemplo, la que dio pie a crear a Tip-Top.
“Roman Coppola y yo estábamos escribiendo una escena y sencillamente surgió. La idea era abordar la cultura juvenil francesa de fines de los años 60, y en algún momento de nuestra conversación sobre qué cosas tenían lugar en el café, nos preguntamos, ¿quién es el héroe de los personajes? ¿Quién estará sonando en la rocola?”, dice Wes.
El café del que habla es el Sans Blague, que en la trama es punto de encuentro de los jóvenes idealistas de la ficticia ciudad francesa de Ennui-sur-Blasé. “Aline” se convierte en la banda sonora de una revolución. Pero que Wes eligiera la canción para la película de Searchlight no fue casualidad. El cineasta estadounidense recuerda que tiene una historia con el tema del francés Christophe.
“Fui a una fiesta en el club nocturno Castel en torno a la época en que nos conocimos Jarvis y yo. Estaba sentado junto a un hombre canoso de contextura chiquita y delgada que no hablaba mucho inglés. Me pareció muy amable, pero no llegamos comunicarnos bien.
“Al terminar de cenar se dirigió hacia un teclado que había en un rincón y comenzó a tocar esta canción con su voz suave y aguda; cuando llegó al coro, toda la sala rompió a cantar con él: ‘Et j’ai crié, crié Aline!…’. Fue sublime”, relata Anderson.
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