En su aniversario 56, recordamos parte de la historia de la cantante que enamoró por su excentricidad y su peculiar forma de cantar
En su cumpleaños 56, Björk a veces presente y muchas otras ocasiones efímera, sigue produciendo esa curiosidad y fascinación de su público, el cual se ha diversificado. Hoy día, ya no son sólo a los cuadragenarios que en los noventa vivían su plena juventud, sino que las nuevas generaciones se han sumado y ensanchado las filas y los números de seguidores que agregan canciones de la cantante islandesa a sus listas de reproducción. Sin embargo, hay un enigma que gira en torno a la compositora e interprete, pues muchos se preguntan ¿por qué es tan amada? Aquí te decimos los porqués.
Björk, la representante de Islandia por excelencia
Björk se convirtió en la primera artista, proveniente de Islandia, que alcanzó fama mundial y, por consiguiente, el reconocimiento de toda su nación. Pero dicha notoriedad no llegó de manera sencilla, pues la cantante grabó su primer álbum a los 11 años y fue lanzado en 1977, en aquel tiempo aún se encontraba muy distante a pronunciarse musicalmente como lo haría décadas después, y sus singles se limitaron a «covererar» canciones infantiles de la región.
Adolescencia reveladora
Cuando la música cumplió 14 años decidió unirse a una panda de punk, llamada Spit and Snot. Un año más tarde, conformaría una nueva agrupación: Exodus, en la que imperaban melodías inspiradas en el jazz. Simultáneamente, Björk se graduó de la escuela de música. En la búsqueda de figurar como una artista musical, la cantante conformó un nuevo concepto, en 1982, en colaboración del bajista Jakob Magnússon: Tappi Tíkarrass tuvo mayor alcancé al formar parte del documental «Rock in Reykjavík». En la portada del filme puede verse a una Björk, de 17 años, con un vestido amarillo, una de las fotografías más icónicas de la cantante.
Björk descubre una nueva forma de cantar: los chillidos
Y se hizo la magia: por su paso por una nueva banda (Rokka Rokka Drum), la cantante experimentó dos de los eventos que cambiarían el rumbo de su vida, en esta etapa conoció al guitarrista Þór Eldon, padre de su primogénito -Sindri-, y comenzó a aventurarse con nuevas formas de vocalización. Esta suerte la llevó, por enésima vez, a la conformación de Kukl, grupo de corte oscurantista, que le abrió aún más el camino de la música. Sin embargo, no pasó mucho para que la agrupación se separara. Fue así que junto con Eldon continuaron probando suerte, convirtiéndose, con algunos de los integrantes de su más reciente banda, en Sugarcubes.
Björk se emancipa de la vida musical compartida
Con Sugarcubes, la cantante islandesa tocó sus primeras puertas en el extranjero, al firmar un primer álbum de afortunado reconocimiento en Estados Unidos, suerte con que no contó la próxima de sus producciones, por lo que Björk decidió hacer vida musical en solitario. Estos primeros pasos fueron de la mano de su incursión en el séptimo arte, dos de sus canciones fueron incluidas en «Sódóma Reykjavík», una película de culto islandesa.
Los 90, MTV y un mundo lleno de posibilidades
En 1993, la cantante comenzó a trabajar con la productora de Massive Attack, Nellee Hooper, de ahí nació Human Behavior, su primer éxito internacional y la llave maestra para ser transmitida en MTV, con un vídeo dirigido por el también poco usual Michel Gondry, y lo que les valdría el inicio de muchas colaboraciones venideras.
Reconocimiento y galardones
Su disco debut como solista fue nombrado Álbum del año por NME, recibió, además, reconocimiento en los Brit Awards, por las categorías de Mejor Mujer Internacional y Mejor Revelación Internacional. Su próximo proyecto fue Post, de 1995, el cual se ubicó en el puesto 373 de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, según la revista Rolling Stone.
Homogenic y lo demás es historia…
En 1997, cuando un sinfín de bandas alternativas comenzaban a gobernar en el mundo de la música, Björk no se vio amenazada por el surgimiento de nuevas propuestas que comenzaban a perfil la llegada de un nuevo siglo. Al contrario, fue con Homogenic, su tercer álbum, cuando marcó un notable cambio en su estilo melódico y el que se convertiría en el leitmotiv de su vida. Esta propuesta alcanzó el oro en Estados Unidos, durante el 2001. Fue así que tuvo la oportunidad de involucrarse en la cinta «Dancer in the Dark», de Lars Von Trier, en la que crearía la partitura de la película musical y, en la que sin advertirlo en principio, encarnaría a Selma, el papel protagónico que le entregaría la Palma de Oro por mejor actriz.