– Los participantes llegaron al programa golpeados por la etapa de la pandemia en la que muchos tuvieron problemas de ansiedad, ataques de pánico e incluso intentos de suicidio.
El encierro, el aislamiento social, las duras críticas que reciben durante los conciertos, así como la situación actual por la pandemia por el Covid-19 han sido factores que han generado problemas de salud mental a los alumnos de «La Academia» , sin embargo durante las 24 horas son monitoreados y reciben apoyo profesional para salir adelante.
Los participantes llegaron al programa golpeados por la etapa de la pandemia en la que muchos tuvieron problemas de ansiedad, ataques de pánico e incluso intentos de suicidio, emocionalmente con muchos huecos, por lo que se ha estado trabajando con ellos para acompañarlos y fortalecerlos.
Es mucha la presión que deben cargar los académicos, ya que ser expuestos públicamente, tanto en los conciertos, como en la casa es algo completamente nuevo para ellos, pues ninguno es profesional; siempre el ojo en su talento y en sus debilidades.
La psicoterapeuta de «La Academia», Anamar Orihuela, declaró en entrevista con El Universal que los miembros del jurado del programa deberían de ser más conscientes de las palabras que utilizan cuando están con los cantantes, ya que eso puede afectarles en su autoestima.
“Son jóvenes con sueños, cualquier palabra como ‘perdedor’, ‘tú no sirves’, ‘dedícate a otra cosa’, ‘pésimo’ afecta. Creo que hay adjetivos que vienen de sobra y que deberían tener una crítica que construya, no que destruya la autoestima de los jóvenes que la verdad hacen mucho”, señaló.
Los críticos justifican sus discursos de que sólo se están refiriendo a opiniones hacia su actuación vocal, pero la también escritora con 20 años de trayectoria considera que tal vez a ellos les hace falta mejores argumentos.
“Quizás les faltan más elementos para poder construir sus críticas que ayuden. Se necesita más inteligencia para construir, que para destruir”.
Los alumnos reciben sesiones de manera grupal e individual con Orihuela los lunes, martes y miércoles, en donde definen las heridas de su infancia, conocerlas y trabajar aspectos de crisis o situaciones que pasan dentro de la residencia, que les conflictúan.
Para la psicoterapeuta ha sido un desafío trabajar con los chicos, desde cómo conocerse más, saber sus miedos, inseguridades, estar conscientes de sus propias heridas que al final de cuentas los sabotean a la hora de querer cumplir sus sueños en cualquier ámbito de la vida, que ahora se reflejan en los conciertos y en los momentos en los que hay que confiar en sí mismos.
Los participantes como figuras públicas deben de aprender a templarse ante cualquier comentario que reciban de cualquier persona, ya que no son moneditas de oro y siempre habrá alguien que no esté de acuerdo con ellos y la presión constante reciben es básicamente por sus inseguridades.
“La presión es por sus propios demonios, sus inseguridades, creo que es el miedo a no hacerlo bien, a no ser suficientes, es una batalla con sus propios demonios”, opinó la experta en medidas primarias y en traumas.
«La Academia» refleja el reto emocional de muchos jóvenes que están afuera y Orihuela espera que lo que se hace en la generación de este año los inspire para salirse de sus propios caparazones y el reality funcione como una herramienta para que el público también pueda luchar por sus propios sueños.
Ya ha habido ejemplos de alumnos que han renunciado a «La Academia», esto es un acto válido para Orihuela pues afirma que siempre hay un límite, lo cual puede considerarse para algunas personas como una lectura de fracaso, pero para otras como un acto valiente e incluso respetuoso consigo mismo”.
“Cada uno necesita reconocer dónde está nuestro propio límite y me parece muy válido que se salgan si ya rebasó su límite”, señaló quien siempre está disponible para los alumnos.
Desde que comenzó el reality se les avisó a los alumnos que todo lo que hicieran sería expuesto frente a las cámaras de televisión e incluso firmaron un contrato para este entendido.
Agregó que ella es muy cuidadosa de no sacarles información a los competidores que pudiera ponerlos en riesgo con algún problema mental, ya sea de ansiedad o depresión, aunque sabe que puede pasar un conflicto cuando escuchen críticas con elementos que ellos mismos no han integrado.
“Ellos están muy monitoreados, cuando alguien entra en crisis inmediatamente hay asistencia, me llaman. Yo los conozco, estoy vinculada a ellos, en realidad todos desde el director (Alexander Acha), los maestros, me incluyo, conocemos a los chicos, los estamos leyendo, estamos conectados, no nada más damos las caras en los shows”
Los intérpretes tienen estrés desde el momento de pararse frente al público, cantar, pero también al escuchar el escrutinio de los jueces que van a señalar sus errores, así como las opiniones de los maestros.
También está la familia detrás escuchando con toda la expectativa o a veces un país porque en la generación actual algunos alumnos de otros países, de Guatemala, Honduras, Ecuador y Estados Unidos quienes hasta sienten el peso de un pueblo entero.
La capitalina desconoce si los alumnos recibieron algún curso para manejar la presión, desde antes de iniciar el proyecto, pero aclara que es una academia muy humana y entre maestros no hay un maltrato emocional hacia los cantantes.
«La Academia», en el ojo de las redes
«La Academia» empezó hace 20 años, tiempo en el que no había la fuerte presión que hay en redes sociales, la escritora de cinco libros comentó que una ventaja es que los intérpretes no ven todo lo que se escribe en internet y no se contaminan de todo el odio o amor que puedan recibir de los cibernautas.
“Todo lo que comenta la gente es aprendizaje del proyecto tan polémico porque aprenden, se conmueven, se enojan, se indignan y es a lo que se invita: a despertar todas las pasiones, de estar de acuerdo, desde amarlos, odiar a los críticos, aliarse con una Rubí, enojarse. Esto es parte de la pasión del programa”
Los futuros artistas deben aprender a manejar su imagen pública, aunque sea a golpes, comentó la psicoterapeuta de 45 años de edad quien se ha formado con distintos enfoques humanistas.
“Para muchos artistas que han estado en el ojo del huracán con escándalos terminan aprendiendo a ser fuertes y resilientes, a no ponerle mucha presión a todo lo que pasa y ellos (los alumnos) tienen que aprender a eso, a no darle tanto poder, seguramente será un proceso porque ellos están empezando realmente su camino».